La verdad es que no hace mucho que el coche es parte de nuestra realidad humana: si bien los primeros esfuerzos se dieron a finales del siglo XIX, no fue hasta la primera década del siglo pasado que comenzó a producirse de manera industrial y logró un impulso a nivel mundial. Esto le permitió comenzar un proceso evolutivo que en las últimas dos décadas se ha dado de manera exponencial, con nuevos actores en la industria y tecnologías que le dan un refresco a la industria y hacen del futuro automotor de los más promisorios e interesantes.
En el eje de esta evolución se encuentran dos tecnologías que van de la mano: el coche eléctrico y el coche autónomo.
Para el primero ha habido más avances claros en la implementación de políticas y, tecnológicamente hablando, los pasos son enormes año con año. La popularización de la movilidad eléctrica depende de un mayor despliegue de infraestructura de carga, mayor autonomía en los modelos y la disminución de precio para modelos de entrada accesibles al grueso de la población.
En el segundo caso, hay aún algo de camino por andar, especialmente en temas de regulación, legislación e implementación en espacios caóticos como las ciudades grandes.
Sin embargo, la combinación de ambas tecnologías es fundamental para entender la los cambios que se producirán en reducción de la generación de contaminantes por el parque vehicular mundial y la disminución de muertes que provoca su uso. Dos puntos clave, lastre para la industria desde siempre.
A nivel industrial hemos sido testigos de los primeros cambios importantes: por un lado, empresas competidoras de larga tradición han decidido generar alianzas. Por ejemplo, Ford y Volkswagen hace un par de años anunciaron acuerdos de cooperación en lanzamientos conjuntos y desarrollos intensivos de conducción autónoma. Por otro lado, nuevos jugadores, como Tesla, amplían el panorama de manera agresiva y retadora, elevando el listón que de manera natural podrían ponerse los actores tradicionales.
A nivel tecnológico, las alianzas de Google con Ford, Apple con Hyundai(negociaciones que posiblemente no lleguen a buen puerto) o Microsoft con General Motors, impulsan la implementación de tecnologías autónomas, conectividad y monitoreo, todas ellas fundamentales en el desarrollo dex los nuevos paradigmas.
A nivel social, vemos cada vez más conciencia sobre la importancia del cambio de uso de combustible fósil a medios renovables y un interés en colaborar y consumir de empresas social y ecológicamente responsables. Aunado a ello, vemos cada vez más un interés genuino de nuevas generaciones de ver los automóviles de manera más utilitaria. Conceptos como el ride sharing, en donde los particulares ofrecen sus rutas diarias para compartir con otros particulares; la movilidad a la carta y pago por uso, son ejemplos del impulso a los paradigmas que las nuevas generaciones están adoptando.
Así pues, estamos ante una avalancha de cambios que nadie detiene, los coches eléctricos cada vez irán sumando más elementos autónomos a sus características. No está muy lejos en el horizonte un solo vehículo con las dos grandes tecnologías perfectamente integradas. De nuestro lado, debemos estar preparados para recibir con los brazos abiertos estos conceptos y, desde nuestras posibilidades, participar en el reconocimiento y la adopción de los mismos.
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